Invertir en bolsa implica enfrentarse a diversos tipos de riesgo que debes conocer antes de comprometer tu capital. No se trata de evitar el riesgo por completo, sino de gestionarlo adecuadamente para construir un patrimonio sólido a largo plazo.
No hay inversiones sin riesgo, pero puedes aprender a distribuirlos y minimizarlos. La diversificación es esencial para tener éxito al invertir, ya que se trata de distribuir el capital entre diferentes tipos de inversiones y activos, con el objetivo de evitar la pérdida total del capital invertido y beneficiarte del mayor número de empresas con rendimientos excepcionales.
Como todo en la vida, no hay nada que esté libre de riesgo; las inversiones financieras no son una excepción. Este es un principio fundamental a tener en cuenta: cuanto más arriesgada es una inversión, mayor será el rendimiento potencial que los inversores exigen a cambio; no obstante no siempre es cierto que a mayor riesgo, mayor rendimiento, de hecho buscamos minizar el riesgo.
Quien busca una inversión más segura debe conformarse generalmente con una rentabilidad menor, pero a su vez más estable. Un buen ejemplo de esto podemos verlo en los bonos de Estado. Los bonos de Brasil ofrecen un mayor rendimiento que los de España, Japón o Colombia porque los inversores exigen ser compensados por un mayor riesgo de impago.
El riesgo sistemático, también conocido como riesgo de mercado o riesgo no diversificable, afecta a la totalidad de las inversiones sin importar su calidad individual. Es imposible eliminarlo completamente mediante la diversificación, ya que responde a factores macroeconómicos que impactan a todos los sectores simultáneamente.
Lo que hace especialmente peligroso al riesgo sistemático es que suele manifestarse a través de sucesos inesperados y de gran impacto. Como ocurrió con el coronavirus, que apenas un mes antes de convertirse en una crisis global, nadie lo incluía en sus análisis o estrategias de inversión.
El riesgo sistémico se define como aquel movimiento fuerte e inesperado que se produce en una o varias economías y que, por su incidencia, afecta a nivel mundial. Este impacto se refleja en el desarrollo de las actividades productivas o financieras, afectando el normal desenvolvimiento de la mayoría de las industrias.
El efecto se observa inmediatamente en el valor de los activos en la bolsa, ocasionando que la volatilidad y la percepción de la valoración afecten a los precios. Lo destacable es que durante un evento sistemático, no necesariamente todas las empresas experimentarán dificultades reales, pero los inversionistas, por prevención, reducen sus posiciones y buscan liquidez, lo que ocasiona que los precios de las acciones bajen a nivel general, sin distinción entre empresas sólidas y débiles.
Este riesgo representa todas las fuerzas y factores variables inherentes al sistema que pueden impactar al mercado, como:
Tu estrategia de protección: Si bien no puedes eliminar este riesgo, sí puedes mitigarlo mediante la diversificación entre diferentes clases de activos (renta variable, renta fija, activos alternativos) y manteniendo un horizonte temporal adecuado para tus inversiones.
A diferencia del riesgo sistemático, el riesgo específico o no sistemático afecta únicamente a empresas o sectores particulares y puede ser prácticamente eliminado mediante una adecuada diversificación de tu cartera. También se conoce como riesgo diversificable o riesgo diversificado.
Este tipo de riesgo es más "personal" y se refiere a la incertidumbre inherente a la inversión en una empresa o industria específica. Pueden surgir por:
La ventaja del riesgo diversificable es que puedes reducirlo o casi eliminarlo mediante una adecuada diversificación, aumentando suficientemente los valores de tu cartera de inversión.
Tu mejor defensa: Diversificar entre diferentes empresas, sectores y regiones geográficas es la estrategia más efectiva para minimizar este tipo de riesgo.
Para entender mejor la diferencia entre ambos tipos de riesgo:
Para minimizar el riesgo individual, se recomienda distribuir el capital entre distintas empresas, similar a cómo una compañía de seguros distribuye el riesgo entre muchos asegurados. Para minimizar el riesgo de mercado, es importante invertir en diferentes países, sectores y clases de activos financieros.
En el pasado, inversores privados, bancos y aseguradoras han subestimado riesgos, resultando en pérdidas significativas:
En la Holanda del siglo XVII, los precios de los bulbos de tulipán alcanzaron niveles absurdos. Un solo bulbo llegó a costar lo equivalente a una casa lujosa. Esta fue posiblemente la primera burbuja especulativa documentada, y su colapso arruinó a numerosos inversores.
Las empresas tecnológicas experimentaron una sobrevaloración extrema basada más en expectativas que en fundamentales sólidos. Cuando la burbuja estalló, muchas compañías perdieron más del 90% de su valor o desaparecieron por completo. Muchos inversores privados perdieron enormes cantidades debido a expectativas de crecimiento y rendimiento poco realistas de empresas tecnológicas jóvenes, cuyas altas valoraciones no estaban justificadas.
El colapso de Lehman Brothers desencadenó una reacción en cadena que casi destruye el sistema financiero global. Esta crisis demostró cómo los problemas en un sector pueden propagarse rápidamente a toda la economía, creando un efecto dominó devastador. La crisis nos enseñó cómo algunos bancos como Lehman Brothers tuvieron que declararse en quiebra porque juzgaron mal los riesgos del mercado inmobiliario estadounidense.
La volatilidad indica cuánto fluctúa el precio de un activo en un período determinado. Mayor volatilidad generalmente implica mayor riesgo, aunque también puede representar oportunidades para inversoras con horizontes temporales largos.
Esta métrica te permite evaluar el rendimiento ajustado al riesgo de una inversión. Un ratio de Sharpe más alto indica una mejor compensación por el riesgo asumido.
El beta mide la sensibilidad de un activo frente a los movimientos del mercado en general. Un beta superior a 1 indica mayor volatilidad que el mercado, mientras que un beta inferior a 1 sugiere menor volatilidad.
Tu tolerancia al riesgo es profundamente personal y depende de:
Es crucial ser honesta contigo misma sobre tu capacidad para soportar pérdidas temporales. Muchas inversoras sobreestiman su tolerancia al riesgo en mercados alcistas, solo para tomar decisiones precipitadas cuando llegan las caídas.
Los cisnes negros son eventos raros, de gran impacto y prácticamente imposibles de predecir. La pandemia de COVID-19 es un ejemplo perfecto. Estos eventos suelen tener efectos desproporcionados en los mercados financieros.
Tu mejor protección contra estos eventos no es intentar predecirlos (lo cual es prácticamente imposible), sino construir una cartera suficientemente robusta para sobrevivir a sus efectos.
Desarrollada por Harry Markowitz, esta teoría propone que puedes construir una cartera óptima que maximice los rendimientos para un nivel dado de riesgo.
Esta teoría se remonta a los profesores Markowitz y Miller, quienes investigaron el efecto positivo de la diversificación sobre riesgo y rentabilidad, por lo cual obtuvieron un premio Nobel. Su trabajo demuestra científicamente que una cartera bien diversificada puede ofrecer mejores resultados ajustados al riesgo que inversiones concentradas.
Esta teoría se basa en la idea de que al combinar diferentes activos con diferentes correlaciones (es decir, que no se muevan en la misma dirección al mismo tiempo), se puede reducir la volatilidad general de la cartera y obtener un rendimiento más constante a largo plazo.
Los principios clave incluyen:
Para minimizar estos riesgos, puedes aplicar diferentes tipos de diversificación:
Lo que se busca con la diversificación es que los diferentes valores tengan distintas correlaciones, es decir, que se comporten de manera diferente: cuando un valor está subiendo, otro puede estar bajando, y viceversa. El objetivo es reducir la volatilidad general y lograr un rendimiento más constante y continuo a largo plazo.
Con base en lo aprendido, puedes desarrollar una estrategia de inversión más sólida:
La clave para una buena estrategia de inversión está en:
Diferentes eventos sistemáticos afectan a distintos sectores de manera particular:
Es crucial entender que el impacto de un riesgo sistémico puede variar dependiendo del evento que lo origine. En cada una de estas crisis, aunque todo el mercado sufrió, ciertos sectores experimentaron efectos más profundos y duraderos.
El riesgo es inherente a la inversión, pero no es algo que debas temer sino comprender y gestionar. La educación financiera continua es tu mejor herramienta para navegar los mercados con confianza.
Los mercados financieros son impredecibles a corto plazo, pero históricamente han recompensado a las inversoras pacientes y disciplinadas. Enfócate en lo que puedes controlar: tu tasa de ahorro, tus costes de inversión, tu diversificación y tu comportamiento como inversora.
Es fundamental revisar regularmente tu cartera para comprobar cuánto y qué riesgos conllevan tus inversiones, y tomar medidas para ajustar la distribución de tu capital. Tómate unos minutos para reflexionar: ¿está tu patrimonio suficientemente diversificado o tienes muchos huevos en la misma cesta?
Invertir no es algo que se toma a la ligera, pero no es imposible de entender. Con educación, datos históricos y paciencia, puedes tomar buenas decisiones. Lo más importante es que no te abrumes. Todo se entiende poco a poco, y el aprendizaje constante es tu mejor aliado en este camino.